6to. Concurso Internacional de Cuento Infantil
PUEROS IN HIBERNA, tema: Solidaridad
Primer y ùnico lugar por tan hemoso cuento.
Mami, ¿qué es ser
solidario?
Pueros in Hiberna
/ Solidaridad
Había una vez, una niña de 7 años, cuya mamá tenía un restaurante
ambulante. La madre, con sus tres hijos, la niña y dos varones, iban de aldea
en aldea a lo largo de la Cordillera, por trochas inhóspitas, veredas y
poblaciones, donde se asentaban con sus utensilos de cocina, manteles finos de
mesa, vajillas de porcelana y tendidos de cama.
Igualmente, la madre contaba con personal de faena, que apenas llegaban
a alguna localidad, desmontaban los enseres de los asnos que los transportaban;
levantaban toldas, preparaban el fogón y empezaban la labor.
La vida nómada que llevaba esta peculiar familia, era de admirar, porque
no les faltaba nada y eran rigurosos con las distintas tareas asignadas. Todo
funcionaba perfecto, los pormenores prácticos que se presentaban, eran solucionados
bajo la marcha.
Los comensales eran exclusivamente los alcaldes, empleados bancarios y
de la administración pública de los pueblos, que sabían de antemano en qué
período del año llegaba el “Restaurante de Maruja”, a sus respectivas regiones.
Se alegraban de su llegada, constituyendo, por ese periodo, la clientela fija de
comensales, que desgustaba los exquisitos platos típicos, que ofrecía la dueña
de este singular restaurante.
Maruja, la dueña del restaurante y madre de Ismenia, de Ismael e Isaac,
acostumbraba a ordenar a los cocineros servir la comida, de primero, a sus
hijos. Porque como élla decía: “La crema de las ollas, es exclusiva de mis
hijos”.
La pequeña Ismenia, tenía también sus tareas diarias, lo mismo que sus
hermanos, que eran mayores que élla. Los hermanos, Ismael de 12 años e Isaac de
10, traían leña seca, de los alrededores, para el fogón de piedra. Ismenia
ayudaba al personal, a lavar las ollas pequeñas a la orilla del río.
A menudo se le acercaban pajaritos de diferentes colores, porque la niña
se sentía sola y los pajaritos le hacían compañía. En los bolsillos de su vestido,
metía migajas de pan para dárselo a sus amiguitos.
Un atardecer, la niña se acerca a la mamá que estaba fumándose un
tabaco, sentada a la sombra de un árbol...
-
Mami, sabes? Tengo unos
amigos que me quieren mucho.
-
Sí, y ¿quiénes son esos
amigos, mi tesoro?
-
Bueno, son las
avecillas que me rodean cuando voy a la orilla del río y me cuentan tantas
cosas...
-
¿Que te cuentan? ¿Conversas
con éllos?
-
¡Claro que sí! El
azulejo me dijo que ese azul de sus plumas, se las pintó el cielo. Que una vez
volando alto, muy alto, el cielo lo había arropado, le hizo una cuna con las
nubes, y allí se quedó dormido. Y que cuando había despertado...puff...sus
plumas ¡eran ya azules!
-
Pero, hija...el azulejo
nace así, con plumas azules...
-
No mami, ese pajarito,
el azulejo, nació sin plumas, desnudito, desnudito y ¡todo mojado!
-
Bien hija, pero poco a
poco le fueron saliendo las plumas...
-
Claro mami, pero él me
cuenta, que antes que le salieran las plumas fue cuando el cielo lo arropó, lo
acunó y se durmió en las nubes. ¿No entiendes?
-
Entiendo, entiendo...y
qué más...cuéntame...
-
El azulejo me dijo que
lo llamara Rip-rip. ¿Y sabes qué? Me ayuda a lavar las ollas en el río, porque
dice que las ollas son más grandes que yo, que por eso el es solidario conmigo.
Mami, ¿qué es ser solidario?
-
Ah...hija...ser
solidario es...lo que te dice tu amiguito Rip-rip, que las ollas son más
grandes que tú y por eso quiere ayudarte a lavarlas. ¿Cómo lo hace, cómo te
ayuda a lavarlas, quieres contarme, cómo?
-
Sí, yo pongo la olla
boca abajo con jabón y Rip-rip se para sobre élla, pliega las alitas y se deja
caer desde arriba como en un deslizante. Cae al suelo, se levanta y vuela otra
vez arriba y hace lo mismo por todos los lados.
-
Y por dentro, ¿cómo
hace el Rip-rip?
-
Pues...yo volteo la
olla...y él bate las alitas adentro y empieza a volar ahí adentro como un
remolino y...pum...vuela al río y se da una chapuceada en el agua para sacarse
el jabón... Yo voy detrás de él con la olla y pues...la juago en agua. Así
Rip-rip queda limpio y la olla también.
-
Ah...ya entiendo por
qué las ollas quedan tan limpias, hija.
Maruja, no
dejaba de pensar cuán bella era la fantasía de su hija, que desde muy corta
edad, había ido hilvanando historias en su pequeño mundo, como diálogos con
pájaros amigos y sobre todo, con su muñeca de trapo, donde tías, tíos, primos
imaginarios tenían papeles claves, lo mismo que sus 2 hermanos, pero nunca
nombraba ¡a su papá!
Y es que el papá
de los 3 hijos de Maruja, vivía en un poblado mayor, a donde raramente llegaba
con su restaurante ambulante. Don Cosiaco, que así lo llamaban en el pueblo, no
le gustaba la vida nómada. Era un hábil joyero y tenía su clientela fija. En
varias ocasiones, le propuso matrimonio, pero élla se negó. Los hijos mayores
sabían quién era su padre, mas no la niña. Maruja era una mujer estricta y de
principos. Desde que se dió cuenta que Don Cosiaco vivía con otra mujer, no
quiso saber más de él y les prohibió a los dos varones no solamente hablar de
él sino que jamás le contaran a la niña de la existencia del papá.
La niña, de vez
en cuando le preguntaba a la mamá...
- Mami, ¿tengo papá?
- No, no tienes ya papá, ese se murió hace muchos años.
Me tienes a mí. Yo soy tu mamá y tu papá. Te hace falta algo? Nada, ¿verdad?
Pues entonces, ¡no pienses más en eso!
Por solidaridad o por miedo a la mamá, Ismael e Isaac,
guardaron el secreto por muchos años. Pero Isaac, un día, no se aguantó más, y
le comentó a Ismenia...
-
Hermanita, ¿quieres
saber quién es nuestro papá?
-
No, porque ya sé, está
en el cielo.
-
No, él está vivo, yo lo
conozco. ¡Es Don Cosiaco! El que nos da dulces cuando llegamos al pueblo de
Salamina, ¿te acuerdas?
-
Ah... por eso es que él
también me quiere tanto, ¿cierto?
-
Sí, pero no le digas a
mamá que te he contado, porque entonces me da una muenda... ¿me guardas el
secreto?
-
Sí, te guardo el
secreto, porque yo también tengo muchos secretros con mis amiguitos, los
pajaritos.
Desde entonces,
la niña, cuando llegaban al pueblo de Salamina, corría a abrazar a su papá, Don
Cosiaco, quien le hizo a su nieta una cadena de oro con un relicario que
conservó toda la vida.
Esmeralda
Colombia
Junio 25 del 2016
Es un honor para mí, recibir este reconocimiento...no tengo palabras...de la emoción! Mi agradacimiento al jurado de Musarteum.
ResponderEliminarCordiales saludos
Esneda