4to. Concurso Internacional de Cuentos
"Pueros in hiberna"
2013
F E L I C I T A C I O N E S
1er. lugar
Las vacaciones de invierno de Jacob
Sonó
la alarma esa mañana de invierno,
- ¡las vacaciones llegaron!,
era el último día
de clases, Jacob muy contento se levantó
y fue donde su mamá, la abrazó y le dio un gran beso y secretamente le comentó:
_ mañana nos vamos donde la Chuchu de vacaciones.
La
Chuchu era su abuela materna que vivía
en Nueva Imperial, pueblo que quedaba al sur de Chile, es aquí donde se
encuentran en su mayoría las comunidades mapuches.
La chimenea humeaba, y la
señora Ana Millacura muy contenta preparaba la casa para recibir a su nieto, al
que ella llamaba cariñosamente Tañi Coñi (que en mapudungun significa mi niño).
Llegó esa mañana tan esperada, acabado el desayuno tomaron bolsos y maletas y
Jacob tomo su tan necesario computador. Salieron de La Peña con rumbo al sur. El
viaje fue muy largo, a través de la ventana del tren se entretenía mirando los cerros
cubiertos de pinos (uno al lado de otro), parecían verdaderos centinelas
aguardando el camino. Todo era muy verde, llovía intensamente… y el frío se
había concentrado en esa larga carretera. Jacob acomodándose se acurrucó al
lado de su mamá quedándose profundamente dormido.
A
minutos de llegar a Nueva Imperial, el pitazo del tren despertó al Tañi Coñi.
_ ¡mamá!
y bostezando dijo _ ¿Cómo estará mi Chuchu?
_ Esperándonos
_ afirmó su mamá.
Y
mirando por la ventana divisó a su abuela: - Chuchu, Chuchu, Chuchu,
- Tañi
Coñi, Tañi Coñi, Tañi Coñi… Ana caminaba rápidamente por el andén hasta que el
tren se detuvo. Se abrazaron fuertemente,
Ana lo llenó de besos, le acarició su frente y balbuceó:- Tañi Coñi, Tañi Coñi,
Coñi Reimu .
Se
subieron en la carreta y se fueron en dirección hacia la casa de su abuela, ya
estaba oscuro cuando llegaron, en brazo lo bajaron, y acostaron en una cama
hecha de paja.
Al
despertar se dio cuenta que era otro día, después de dar una mirada en derredor,
levantó la cabeza y vio a su abuela junto al fogón, - Chuchu, ¿Qué rara es tu
casa? y ¿ese tambor?, ¿tantas lanas colgando en ese cuadrado?, Jacob estaba muy
asombrado, descubriendo este mundo desconocido para él, lleno de preguntas.
Su
abuela le invitó a acercarse al fogón, lo tomó en su falda y le contó:
- ésta
casa es una ruca, hecha con un armazón de troncos cubierta con paja, yo soy hija de mapuche, los mapuches
somos gente de la tierra, ¡originarios!
y ese cuadrado es un telar, tradicionalmente se teje en él con lanas de
oveja que son teñidas con raíces.
- Chuchu
y… ¿ese tambor? Ese es un kultrun, instrumento musical, está fabricado con
madera de un árbol llamado Canelo, la
superficie es de cuero de oveja y los dibujos que ves representan el universo
mapuche, para darle sonido se golpea con un palillo envuelto en lana.
De
pronto un grupo de niños interrumpieron la conversación, - aló , aló , aló
. Salió doña Ana, y detrás de ella Jacob,
eran Millaray, Nahuel y Cayupan y dijeron a voces: _ nos contó un pajarito que
la vino a visitar su nieto, el que vive
en la ciudad, queremos invitarlo a jugar y a recorrer el lugar, ya que amainó,
dijeron los niños.
Entraron
a la ruca para esperar a Jacob que desayunara. Luego salieron a recorrer el
lugar, los rayos del Sol los acompañaban, corrieron por el campo - Nahuel le
dice a Jacob: - ¿Quién llega primero al Canelo? - ¿Canelo?, mi Chuchu me habló
de él, respondió Jacob, ¿sííí?, el Canelo es un árbol sagrado acotó Millaray .
Caminaron, corrieron, jugaron, saltaron, ¡mira!, ¡mira! esa flor que roja y bonita es, sí dijo Cayupan, es un copihue, su
color representa la sangre araucana y sólo está en el sur de Chile.
Llegando
la tarde, de regreso a la ruca, se sentaron, comieron piñones, pan amasado y un
rico ulpo, todo calientito. Luego de un rato los niños se despidieron de Jacob,
al cual bautizaron como Reimu, que en
mapudungun significa “Mi arcoíris “.
Así
pasaron los días, entre juegos, caminatas, conversaciones y sin darse cuenta
llegó el momento de despedirse.
La
Chuchu y los amigos del sur fueron a dejar a la estación a Jacob Reimu.
Mari-mari
Reimu, le gritaban Nahuel, Millaray y Cayupan.
De
regreso a La Peña, sonó la campana del Colegio John Crane , dando el inicio a las
clases del segundo semestre.
¡Buenos
días niños!
- Buenos
días Tía Dayan.
¿Cómo
estuvieron las vacaciones?
- Todos
a la vez contestaron ¡Entretenidas!
Bueno,
ahora saquen una hoja de block, sus lápices de colores y dibujen lo que
hicieron en sus vacaciones de Invierno.
- Jacob,
ahora llamado Reimu, recordó la ruca… el kultrun… el telar… a su Chuchu… a sus
amigos y al enorme Canelo.
Y
colorín colorado este cuento se ha acabado, si quieres que te lo cuente otra
vez, cierra los ojos y cuenta hasta tres.
Victoria Hormazabal
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2do. lugar
Gastón
Era un frío domingo de
invierno, pero Jaime se levantó muy temprano para mirar por la ventana.
- ¡Ha nevado! ¡Ha nevado!
Gritó despertando a todos los de la casa. Los gemelos, Carlos y Andy, se
levantaron con los pelos de punta y aún medio dormidos se aproximaron también a la ventana.
¡Ha Nevado! ¡Ha Nevado!
Gritaron a la vez imitando a su hermano mayor con su lengua de trapo y fueron
corriendo a la habitación de sus padres.
- ¡Chicooos! protestó su
madre metiéndose debajo de las sábanas, ¡Hoy es domingoooo! -
Pero los tres niños corrían
dando saltos nerviosos alrededor de la cama del matrimonio tirando del edredón.
- ¡Está bien enanos!- Dijo
su padre dando un salto y levantándose de la cama.-Pero primero hay que
desayunar.
Tomaron un tazón de cacao
con leche, un vaso de zumo de naranja y unas tostadas de pan con una deliciosa
mermelada de fresa cada uno. Después se fueron a lavar los dientes y a vestir sin protestar para salir a la calle lo antes posible.
Llevaban puesto un chándal,
un anorak, bufanda y gorro de lana, unas coloridas botas de agua sobre unos
gruesos calcetines y unos guantes.
- ¿Preparados? - dijo el
padre abriendo la puerta que daba al jardín.
- ¡Siiiiiii! - gritaron los
tres mientras su madre les iba subiendo la capucha según salían al exterior.
Corrían de un lado a otro del
jardín entre risas, mientras hacían bolas de nieve para tirárselas después los
unos a los otros.
Se oyó una enorme carcajada
cuando Jaime resbaló y cayó al suelo.
- Papá - dijo Jaime
mientras su padre le ayudaba a levantarse del suelo
-¿Nos haces un muñeco de
nieve? - preguntó.
- ¡Siiii¡! gritaron otra
vez los gemelos encantados con la idea.
- ¡Está bien chicos! - Dijo
el padre - pero necesitaré toda vuestra ayuda.
Se puso a dar forma a una
enorme bola de nieve rodándola por el suelo. A la vez, Jaime
imitaba a su padre haciendo una bola más pequeña.
El padre puso la bola
pequeña encima de la grande y cuando logró que se quedaran sujetas dijo sin
mirarles:
- ¡Ya tenemos el cuerpo y
la cabeza!
- ¡Carlos! - dijo llamando la
atención del pequeño.
- Busca dos piedras
pequeñas y redondas que nos sirvan para hacer los ojos.
- Y tú Andy – continúo -
busca una rama flexible para hacer la boca. -
Mientras, Jaime había
entrado en la casa pidiendo a su madre ropa para vestir al muñeco.
-A ver lo que encontramos por
aquí - dijo su madre abriendo la puerta de un armario.
- ¡Esto nos puede servir! -
Dijo sacando una larga bufanda de colores y un viejo gorro de lana azul. Jaime
se lo quitó de las manos con impaciencia y salió corriendo.
- ¡Espera! - le dijo su
madre reteniéndole - ¡Tengo una idea! -, y se dirigió a la cocina ante la mirada interrogante
del niño. Abrió la nevera y sacó una larga zanahoria.
- Se la pondremos de nariz - Dijo sin dudar.
Jaime corrió, ésta vez sin
esperar a su madre, y cuando llegó vio que el muñeco ya había cobrado vida con
los ojos y la boca recién puestos.
Su padre levantó en brazos
a Carlos y dando vueltas alrededor del muñeco le enrollaron la bufanda al
cuello. Después levanto a Andy que le puso cuidadosamente el gorro.
Enseguida apareció su madre
y le puso hábilmente la zanahoria de nariz. Jaime se acercó a por una escoba que
estaba apoyada en la pared del invernadero y se la puso de bastón.
- ¿Qué nombre le ponemos? –
preguntó después cuando todos miraban satisfechos rodeando al muñeco.
-A mí me gusta Gastón -
dijo la madre esperando la aprobación de todos.
- ¡Gatón, Gatón! - gritaron
aplaudiendo los gemelos.
- ¡Esperad un momento! - dijo
el padre entrando rápidamente a la casa. Al momento apareció con un trípode y
una cámara de fotos. Todos se colocaron alrededor del muñeco muy quietos y
sonrieron. Justo cuando sonó el clic de la cámara al hacer la foto, Jaime miró
a Gastón de reojo y le pareció que le sonreía.
Esto es verdad y no miento,
como me lo contaron te lo cuento.
Marissa
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3er. lugar
El dolor de los niños
¡El frío se podía sentir
hasta en los huesos! en aquella noche tan oscura, donde la lluvia y la nieve
azotaba sin piedad ni clemencia a todo el pueblo, y a todos los que lo
habitaban. Incluyendo a Juan, Julia y a sus padres quienes vivían en una
pequeña casita tan mal hecha que no era posible que aguantara ¡un segundo más
la enorme tempestad! que la madre naturaleza había enviado aquella noche, donde
la desgracia tocaba la puerta de todos.
La combinación de
nieve y lluvia era fatal y todos sabían que seguramente a la mañana siguiente (si
sobrevivían a la tempestad) los medios de comunicación le darían a la faz del país
terribles noticias sobre desapariciones y muertos.
Juan tenía 11 años y
Julia 9, ambos niños vivían junto a sus padres Don Ernesto y Doña Clemencia,
una familia humilde pero muy trabajadora que vivían por sus hijos y para sus
hijos.
Todos en el pueblo
los respetaban y admiraban por su enorme esfuerzo para salir adelante ante las
adversidades de la vida.
Don Ernesto
trabajaba en una factoría donde tenía que laborar día y noche en muchas
ocasiones meter doble tiempo extra para poder llevarle algo de comer a su
familia. En el caso de Doña Clemencia
era un poco diferente, ella trabajaba como doméstica en una casa familiar en
las afueras del pueblo, donde los dueños de la misma la querían y ayudaban porque
sabían que lo necesitaba.
Juan y Julia eran
buenos niños tenían buenas notas y eran muy queridos en su escuela, la maestra
admiraba su determinación y sus ganas de prosperar, de crecer rápido y así
poder ayudar a sus padres para salir de la extrema pobreza en la que les tocó
vivir.
Sin duda alguna eran
niños valiosos y de admirar. Pero esa noche ¡no era cualquier noche! era una
noche donde el invierno había llegado al pueblo sin clemencia, ni piedad. La
lluvia y la nieve se habían combinado para destruir todo a su paso, y la
humilde morada estaba a un paso de ser destruida también. El pobre tejado
estaba a punto de venirse abajo, las paredes no soportarían más y todo parecía
estar perdido.
Aquella noche de
invierno los niños estaban a un paso de perderlo todo en tan sólo un instante.
Y así fue, la
tempestad no tuvo clemencia con ellos y se llevo todo a su paso casas, hoteles,
escuelas todo desapareció en aquella noche, donde todos lloraron y entendieron
que había llegado el fin.
Juan y Julia fueron
los que más lloraron, porque junto con su casa también habían perdido a sus
padres que en su afán de protegerlos entregaron sus vidas al creador. Todos en
el pueblo prometieron ayudarlos a seguir adelante, pero nadie podrá entender
nunca el dolor de los niños al menos - claro está - que se pongan en sus
zapatos.
En aquella noche
terrible de invierno los niños perdieron todo: Sus padres y su hogar al mismo
tiempo.
Se convirtieron en
los niños que en invierno lo perdieron todo y el dolor se apoderó de sus almas
para siempre.
Y aunque testigo no
he sido así me lo han referido.
Robert Goodrich V.
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Y colorín
colorado este concurso de cuentos se ha acabado, si quieres participar otra vez
lee las bases y participa este mes.
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